Es una profesión humana y humilde. Hay contacto directo con personas y sus problemáticas, usando las manos como herramienta principal.
Por poco que hagamos siempre siempre podemos mejorar la calidad de vida del paciente. Ya sea una inofensiva sobrecarga de gemelos o un paciente en fase terminal.
Hay pocas cosas parecidas a la satisfacción y orgullo de ser la responsable de mejorar la calidad de vida de alguien.
La mayoría de técnicas no son invasivas. No usamos medicamentos y no tenemos por qué hacer daño.
Escuchamos, escuchamos mucho. Escuchamos todo el rato. Miramos a los ojos al paciente, le preguntamos qué tal está esperando oir su respuesta. Lo que nos cuenta nos interesa de verdad.
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